Acto de clausura del XII Curso de Ampliación Preuniversitaria 2016-17
El jueves 12 de Enero tuvo lugar el Acto de Clausura del XII Curso de Ampliación Preuniversitaria. Traemos aquí el discurso íntegro del tutor y profesor de Historia D. Ángel Linares, que, en nombre del resto de profesores del curso, dedicó a los alumnos de esta promoción, como magnífica lección de clausura.
Estimadas autoridades académicas.
Apreciados padres y familiares.
Profesores y compañeros.
Queridos alumnos.
Me corresponde el honor de trasladarles, el honor de trasladaros, unas palabras en nombre de los profesores que hemos impartido el Curso de Ampliación Preuniversitaria.
Como bien sabemos, este curso es una de las actividades extraacadémicas que el colegio San Pablo CEU de Claudio Coello ofrece a alumnos de 2º de bachillerato con la finalidad de proponerles una perspectiva más honda de materias y conocimientos relacionados con sus previsibles futuros universitarios y profesionales.
Somos conscientes del plus de responsabilidad, de capacidad de organización y de esfuerzo que para vosotros ha supuesto compaginar el curso de Ampliación con la siempre compleja primera evaluación de segundo de bachillerato. Así que os felicitamos por ello.
Dicho esto, lo más importante, quiero aprovechar esta ocasión para compartir con vosotros, para reiteraros de nuevo, unas simples y francas reflexiones. Y digo reiteraros, efectivamente, porque las cosas que apuntaré a continuación a buen seguro las habréis escuchado en más de una ocasión y las conocéis sobradamente.
Como señala una reciente campaña de publicidad: “a veces hay que parar para poder seguir”. Es decir, en ocasiones es oportuno detenerse y prestar atención a ciertos aspectos que conviene no perder excesivamente de vista en nuestro día a día.
Un día a día en el que la mayoría de las veces nuestras inaplazables obligaciones y las habituales prisas nos limitan a centrarnos solamente en lo urgente, sin que pongamos el suficiente foco en lo importante. Así al menos interpreto yo este lema publicitario.
Así que a cuento de este “a veces hay que parar para poder seguir”, propongo nos detengamos a continuación en diferentes paradas para reemprender después la marcha hacia nuestros destinos ojalá que con las coordenadas de navegación algo más ajustadas.
No es ningún secreto que nos conocemos mejor a nosotros mismos en los momentos de aprieto y en las dificultades que en las situaciones cómodas y confortables. Así es, es en las circunstancias adversas en las habitualmente descubrimos la pasta de la que estamos hechos. El clásico diría, ya sabéis, que aprendemos más de las derrotas que de las victorias.
Partiendo de esta lógica, bien podemos concluir que el recorrido que habéis completado durante los meses del curso también os ha servido para conoceros mejor a vosotros mismos. Al menos, para conoceros un poco mejor, en tanto quien más y quien menos habrá tenido algún momento de abatimiento, contrariedad o frustración… ¡Qué os voy a contar!
Así que os invito a que nuestra primera parada la hagamos en el significado que tiene conocerse así mismo, asunto nada menor en mi opinión.
Entre otras cosas, considero que conviene conocerse a uno mismo para identificar y admitir nuestras carencias y limitaciones.
Efectivamente, queridos amigos, creo que estamos todos de acuerdo en reconocer que ni somos ni seremos excelentes en todo aquello que hacemos. Y, por supuesto, cuando me refiero a nuestras imperfecciones –o a nuestras áreas de mejora, como se dice ahora– no me refiero solamente al ámbito académico o profesional, sino a todos y cada uno de los escenarios que conforman nuestras vidas. No creo que reconocer nuestras carencias o limitaciones sea algo negativo o contraproducente. Al contrario, estoy convencido de que buena parte de nuestra fortaleza y entereza personal radica en descubrir nuestras fragilidades, en tener la honestidad de asumirlas y en hallar la valentía para, al menos, intentar corregirlas. Os animo a ser valientes en este sentido, sin duda.
Muy ligada a esta faceta del “conócete a ti mismo” aparece otra circunstancia, también bastante elemental pero igualmente importante. Esa otra que tanto habréis escuchado y que sentencia aquello de “sé tú mismo”. En este sentido, apelaré nuevamente a la valentía. No perdáis el tiempo intentado pareceros a otros. No hay nada más original; no hay nada más innovador; no hay nada más rupturista que ser uno mismo. Lo que sucede, es que muchas veces cuesta atreverse a ello, ciertamente. Es verdad, no es para nada fácil ser en todo momento consecuente con uno mismo. Pues eso, sed atrevidos. Ser consecuentes con vosotros mismos. De nuevo, sed valientes.
El conocerse a sí mismo y el ser uno mismo tienen ciertos paralelismos con el proceso de formación. Coinciden entre sí en que no pueden darse nunca por concluidos. La formación o adquisición de conocimientos son hechos imperecederos, que acompañan siempre a personalidades consideradas despiertas e intelectualmente inquietas. A personalidades como las vuestras. Queridos alumnos, deberéis formaros siempre, deberéis seguir aprendiendo continuamente, adaptándoos a las necesidades y desafíos que la vida os ponga por delante.
Pero el conocimiento entiendo no debe limitarse al restringido objetivo de crear profesionales con elevadas competencias o a interiorizar saberes más o menos especializados, que también, por supuesto. En el colegio concebimos la formación, entendemos el conocimiento, como un vehículo que igualmente os ayude a ser personas analíticas, rigurosas y con espíritu crítico. Personas socialmente responsables, íntegras y honestas. En definitiva, personas instruidas, personas comprometidas, personas en quien se pueda confiar. Modestamente, en el colegio procuramos que os forméis para ser ese tipo de personas durante toda vuestra vida.
Y todo ello en el trasfondo de una sociedad en la que la inmediatez comunicativa evidencia en tiempo real la diversidad y la pluralidad del momento que nos toca vivir.
Estos conceptos, diversidad y pluralidad, nos sitúan de lleno en la segunda de las paradas que os sugiero esta tarde. Concretamente, en la parada que quiere hacer referencia a la tolerancia y al respeto. Perdonar si ahora me pongo un poco pedante, pero no me resisto a mencionar que la tolerancia y el respeto están en parte relacionados con lo que académicamente se ha venido a llamar relativismo cultural.
Muy brevemente:
El relativismo cultural es una corriente de pensamiento que sostiene la idea de que cada cultura debe entenderse dentro de sus propios términos y circunstancias. Igualmente, llama la atención sobre la imposibilidad de establecer un punto de vista único y universal a la hora de interpretar los procesos mentales y las conductas humanas.
A mí me entusiasma esta posición intelectual, que sirve, al menos a mí, para tratar de comprender algo mejor los procesos y acontecimientos históricos. Aquellos procesos y acontecimientos acaecidos en el pasado y de los que solamente llegaremos a tener explicación parcial si los situamos en sus propios términos y circunstancias.
Volviendo al hilo conductor, esta parada trata de insinuar que conviene aceptar de forma natural que lo que pienso, incluso lo que siento, tiene un gran componente cultural y que en otras partes del mundo o, simplemente, en la silla de al lado, hay quien puede percibir, entender o sentir un mismo acontecimiento de manera bien distinta a como lo percibo, lo entiendo o lo siento yo. Y que no pasa nada porque sea así, claro está. El género humano es cambiante por naturaleza. Y lo es porque su ambiente, su ecosistema social… porque su experiencia vital se ve constantemente alterada. Esto nos lleva en buena medida a relativizar nuestros planteamientos personales. A asumir que lo que hoy sostengo como un dogma inamovible e inquebrantable, mañana bien puede verse trastocado, corregido, o incluso derrumbado. Y que no pasa nada, repito Al respecto, os haré una confesión. Creo que ser inteligente es, en buena medida, tener la suficiente flexibilidad y humildad como para cambiar de opinión y, además, reconocerlo.
Todo esto, sí un tanto trascendental y metafísico, bien puede trasladarse de forma mucho más simplificada a nuestro día a día en la práctica de un talante respetuoso y tolerante con los demás. Por supuesto, también os animo a ello.
Nos quedan dos paradas más. Una, la que alude a la intensidad vital. Otra, referida a lo que podríamos llamar el binomio creatividad versus trabajo. Prometo ser breve.
Intensidad vital.
Para expresar lo que quiero proponeros en esta parada no encuentro mejor escena, nunca mejor dicho, que la recogida en una magnífica película de Walt Disney-Pixar… La película a la que me refiero es Up. Confío en que la hayáis visto. Si no lo habéis hecho, deberíais, porque es muy buena.
La escena transcurre al principio de la película. Os la recuerdo a algunos, os sitúo a otros: Uno de los protagonistas, un anciano viudo, se lamenta de no haber podido ofrecer en vida a su recién fallecida esposa ninguno de los viajes ni ninguna de las aventuras que, de niños, cuando se conocieron, imaginaron realizarían juntos. Rodeado de ese sentimiento de culpabilidad, el anciano descubre que, antes de morir, su mujer había rellenado el álbum preparado para esos extraordinarios viajes que supuestamente iban a realizar y que nunca realizaron con fotos de su rutinaria y sencilla vida juntos. Y al final del álbum había escrito una nota que decía: “Gracias por la aventura”.
Es una secuencia preciosa que nos enseña que lo importante es el sentido que le queramos otorgar a nuestras vivencias, y no tanto las vivencias en sí mismas.
Indudablemente, esta sería la moraleja de la penúltima de las paradas propuestas: que no se trata de cuantas cosas hacemos, sino de cómo las hacemos. Que no es la cantidad lo que importa, sino la calidad de las experiencias acumuladas lo que realmente nos deja huella. Así, el hacer de lo cotidiano algo excepcional está única y exclusivamente en vuestra actitud. Solo dependerá del calor y del entusiasmo con el que alimentéis vuestro ánimo y vuestro espíritu.
Pues eso, queridos alumnos, cómo no, os animo también a vivir intensa y apasionadamente todos los presentes. Solo de este modo tendréis la garantía de que sea lo que sea lo que haya de venir, será debidamente encarado, aprovechado, disfrutado o exprimido, como queráis decirlo.
No pospongamos nuestra mejor versión para otras ocasiones. Mostrémosla siempre. Mostrémosla cotidianamente. Hagamos con nuestra actitud que todas las situaciones o acontecimientos sean “de primera”.
También creo que es necesaria una buena dosis de coraje para materializar este pensamiento, sin duda, aunque si dais lo mejor de vosotros en todo lo que hagáis, siempre os encontrareis con alguien que os de las gracias por la aventura. Y eso no tiene precio.
Finalmente, me gustaría que nos detuviéramos en lo que antes he enunciado como el binomio creatividad versus trabajo.
Esta parada pretende poner sobre la mesa la forma de conjugar la faceta creativa que todos tenemos dentro con la necesaria dosis de esfuerzo y dedicación. Voy a procurar explicarme.
Por muy brillante, original o singular que sea una idea, una estrategia o un proyecto mental sobre lo que sea… solamente llegará a tener un provechoso desenlace si es acompañado de perseverancia y empeño personal. Solamente dará frutos si se respalda con las suficientes horas de trabajo. Sin más.
Queridos alumnos, la imaginación y el ingenio personal llegan hasta donde llegan y además han de ser siempre sostenidos a base de pico y pala. Bien decía Picasso que no creía en las musas a la hora de buscar la inspiración para sus pinturas, pero que si las musas existieran que le sorprendieran trabajando…
En fin, que sepáis encontrar un óptimo equilibrio entre vuestra faceta creativa, entre ese planteamiento original y diferenciador con las indispensables y necesarias dosis de trabajo para materializar con éxito esas ideas brillantes, esos enfoques originales o esas perspectivas singulares.
Y poco más. Solamente resta reiterar nuestras felicitaciones a los diplomados y, a modo de resumen, recapitular las reflexiones con las que nos hemos topado en las paradas llevadas a cabo. A saber:
– Que procuréis ser valientes al tiempo que humildes.
– Que seáis rigurosos y viváis intensamente al mismo tiempo que ejercitáis el respeto y la tolerancia.
– Y por último, que deis rienda suelta a la creatividad y a la originalidad, aunque siempre acompañadas de trabajo, dedicación y esfuerzo.
Nada más. Muchas gracias por vuestra atención y adelante.