Al final de la etapa escolar
Mientras seguimos saboreando el éxito en la EVAU, nuestro director del área Colegios CEU, Raül Adames, nos invita a mantener el foco en el verdadero cometido de la educación.
«¿El paso de estos alumnos por nuestras escuelas los ha preparado para la vida?
¿Qué se llevan de su paso por el colegio?
¿Qué les mueve a querer acceder a la universidad?
¿Para qué?»
Durante el último año de Bachillerato, la EVAU parece convertirse en el objetivo fundamental de toda la comunidad educativa, marcando el ritmo de una carrera contrarreloj, orientando el método de trabajo y estableciendo las prioridades para ese curso.
«A menudo, el objeto de la enseñanza y el aprendizaje durante este tiempo parece desdibujarse sometido como está a multitud de exigencias y presiones a veces autoimpuestas, otras aceptadas por imperativo legal».
En medio de la vorágine, Raül nos invita a plantearnos, más allá de los aprendizajes curriculares, si hemos sabido señalar correctamente el horizonte vital de cada alumno, «esa misión que es ayudarles a descubrir el sentido de la propia vida, que es don y tarea, una provocación a descubrir sus talentos y ponerlos al servicio del bien común.»
«El Gaudeaumus Igitur, himno universitario por excelencia, es un canto sobre la brevedad de la vida, pero bien entendido, porque la fugacidad de nuestra existencia en la Tierra nos abre a la pregunta por la trascendencia, al tiempo que nos insta a dar las gracias por todos los bienes recibidos. Rechaza el mal y también aprovecha para hacer una exhortación contundente: que crezca la única verdad, que florezca la fraternidad y la prosperidad de la patria. Y concluye con una llamada a la unidad.»
La educación, concluye Raül, no consiste en aprobar una serie de exámenes, acumular títulos y alcanzar cierto éxito académico y profesional, sino en transformarnos de tal manera que seamos capaces de responder a las exigencias de verdad, justicia y servicio al bien común con la propia vida.
«Solo si consideramos que hemos acompañado de manera adecuada a nuestros alumnos podremos entonar, verdaderamente, el Gaudeamus. Solo si les hemos ayudado a adquirir esta mirada sobre sí mismos y sobre lo que significa «ser educado» podremos, verdaderamente, alegrarnos con ellos por este hito en su camino.»