Carta del Director
Estamos entrando, cuando escribo estas líneas, en el ecuador del curso 2011/12 y durante el tiempo que hemos estado en el colegio (más los de 1º evidentemente que los de 2º). Hemos asistido ¡ ya ¡ al crecimiento y cambio de cada uno de nosotros y especialmente de vosotros los que día a día llenáis nuestras clases.
¿Qué cosas han pasado? Pongamos en el centro de esta breve reflexión nuestras personas.
Hemos descubierto y seguimos verificando en la educación dos cuestiones que creo importantísimas:
- El valor de la relación personal.
- Y el valor del trabajo.
Y ello es posible porque intuimos o vamos descubriendo que la realidad que nos rodea nos es favorable, es positiva.
1.- El valor de una relación, el fiarse, el dejarse acompañar a un trabajo en el aula y que continúa fuera, produce un beneficio propio y una repercusión en el ambiente, en el clima educativo del colegio, que vamos percibiendo. Milagro al que asistimos diariamente y por lo que hay que agradecer el trabajo del profesorado. Para ello ha sido muy importante la relación con vuestros padres.
2.- En segundo lugar la realización de los deseos y exigencias profundos que tenemos de verdad, belleza, justicia, de bien solo son posibles si uno se toma en serio un trabajo: es decir, tomarse en serio las energías y capacidades que tenemos y ponerlas en juego en cosas tan concretas como el estudio. Estudiar es aplicarse al aprendizaje de una materia y al conocimiento de la realidad a través de esa materia.
Estudiar significa, como señala un gran maestro, “plegarse al objeto de estudio de modo que lo alcances y lo puedas llevar contigo. Decía él a sus alumnos, lo estáis haciendo, ¿te preparaste así para el examen? Es una cosa sencilla pero no fácil. Es sencilla porque estudiar es un proceso vivo, dinámico, que se inserta en el deseo de comprender la realidad y en la apertura a la experiencia de la verdad y la belleza. En cambio, no es fácil porque requiere un trabajo sistemático y paciente.
Cada examen es una prueba, en el fondo, si la vives cada vez eres más protagonista de una gran historia. Si no te enfrentas a ella de manera adecuada (fíjate que no digo si la superas), sino (si no te enfrentas a ella), no eres, no creces como persona.
Entonces qué quieres: ¿quieres la satisfacción o el éxito a cualquier precio? ¿prefieres llegar a la meta como un pura sangre o como un asno apaleado? “
La experiencia de estos meses nos ha demostrado que esto es posible, y esto espero que suceda durante el tiempo que estemos juntos.
José Francisco Romo