Las familias ante la adicción tecnológica
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la utilización de las nuevas tecnologías cada vez está más extendida en edades comprendidas entre los 10 y 15 años, lo que puede provocar un uso no adecuado de estos dispositivos que sea caldo de cultivo de problemas como la adicción, falta de privacidad, ciberbullying o, incluso, la posibilidad de padecer trastornos mentales. Los expertos en la materia no dejan de insistir en la importancia de que los niños, desde edades muy tempranas, aprendan a utilizar correctamente las nuevas tecnologías.
Luis Martínez-Abarca, director del Colegio CEU Jesús María de Alicante, expuso el punto de vista de Colegios CEU, en el II Encuentro ABC Familias, respecto del creciente problema del abuso de la tecnología por parte de menores.
El panel de expertos estuvo formado además por Celso Arango, jefe del servicio de psiquiatría del niño y el adolescente del hospital universitario Gregorio Marañón, y Devi Uranga, directora del servicio de atención en adicciones tecnológicas de Madrid.
Luis Martínez-Abarca abrió el debate afirmando que durante sus años de docencia se ha encontrado con muchas familias que son conscientes de problemas de adicción tecnológica de sus hijos pero que muestran falta de autoridad y compromiso a la hora de solucionarlo. Arango confirmó que «no todos los jóvenes reconocen abiertamente que abusan de la tecnología, pero lo saben». Muchos de estos adolescentes desarrollan una posterior dependencia emocional que les causa estrés y ansiedad si no están conectados. «Lo que vemos fundamentalmente en consulta son jóvenes que tienen comorbilidad con otros trastornos mentales, y este tipo de adicciones tecnológicas son muchas veces un refugio, la forma de expresión de una patología de base que puede ser un trastorno ansiedad, un trastorno afectivo, mental, de relaciones sociales, una depresión…»
Los tres expertos afirmaron que debe existir un acuerdo entre las familias donde se establezcan normas claras de comportamiento frente a las tecnologías y su uso diario.
Una de las preguntas que más inquieta a los padres es determinar a partir de qué edad es adecuado que sus hijos manejen pantallas. Uranga sugirió que «lo mejor es no dar un móvil antes de los 12 años» y compartió pautas que los padres pueden seguir en casa, señalando que el uso de las tecnologías es distinto dependiendo de la edad del niño. «La pauta preventiva de 0 a 9 años es que los padres no usen las tecnologías para regular las emociones displacenteras», es decir, evitar el uso de las tecnologías para calmar las emociones traviesas o rabiosas que solemos ver en los más pequeños.
Luis Martínez-Abarca observó que las familias entregan pantallas a los niños muy pronto. «A partir de los 9 años es frecuente que tenga un móvil, aunque no necesariamente lo lleven al colegio; en muchos casos, es el regalo estrella de la Primera Comunión. Por eso, es muy oportuno que se realice un acuerdo de normas de uso porque los padres no solo son los dueños, son los responsables legales de lo que sucede con el móvil». Al respecto, Uranga agregó que «los menores deben conocer, aceptar y obedecer estas normas, estén de acuerdo con ellas o no«.
Por su parte, los adolescentes suelen utilizar la tecnología para aislarse, como forma de evasión. «Esto pasa mucho en jóvenes que están en familias en las que se sienten abandonados porque los padres no pueden conciliar todas sus responsabilidades con lo que implica la adolescencia»; por lo que el abordaje pasa por regular su uso en su entorno y centrarnos en trabajar la comunicación familiar.
Los expertos discutieron una serie de tácticas que podrían implementarse en el sistema educativo para acercarse al problema y buscar juntos una solución.Luis señaló que la «herramienta educativa más importante es el ejemplo», que deben dar los padres, profesores, tutores y entorno más cercano al joven. Aunque aceptó que los adolescentes hoy esperan un sistema educativo mucho más digital y tecnológico, puntualizó que «todo cerebro necesita reflexión, pensamiento crítico y esto requiere tiempo, reposo y autoconocimiento». Explicó que los colegios CEU están buscando un equilibrio entre la velocidad y eficacia de las nuevas tecnologías, ya que negar la realidad de la digitalización sería absurdo. «Estamos trabajando para encontrar el punto adecuado, incorporando nuevas tecnologías al aprendizaje, haciendo también al alumno parte de ese proceso y, por tanto, incorporando su propio lenguaje, lo que enriquece su conocimiento. La reflexión es buena y es una responsabilidad colectiva como sociedad global».
Luis Martínez-Abarca cerró el encuentro recordando que hace diez años cambiamos de libros a tabletas y ordenadores, y que ahora nos enfrentamos a una situación diferente. La abundante exposición a pantallas de nuestros jóvenes supone un aprendizaje para alumnos y docentes del sector educativo que debe solucionarse de manera progresiva y ordenada y con un uso adecuado, adaptándose a las franjas de edad de cada grupo.